De dos a tres caidas contra la aburrición (Crónica)
La gente llegaba, algunos fanáticos con máscaras y otros hablando otro idioma, gente de otros países queriendo experimentar lo que ofrece las luchas mexicanas. “Cervezas, chelas, chelas bien frías” “Refrescos bien muertos” eran los primeros gritos que se escuchaba en el recinto continuos con manos alzándose para llamar al vendedor. “Son 100 pesos” dice el joven con barba “¿What?, i don't understand” contestaba el comprador, en otros lados quizá habría confusión, pero el joven preparado le contesta “one hundred” le paga y le entrega un vaso de chela bien fría.
Al ring suben los 3 comentaristas: “respetable público, denme un grito la gente ruda”, el público apoyaba la emoción, “ahora denme un grito la gente técnica” los gritos se dividían ya que los gritos eran de emoción y de abucheó. Mientras qué los otros 2 comentaristas hablaban la gente gritaba y que no dejaban escucharlos. Mientras ellos bajaban del ring, dos bellas mujeres salían del túnel y se ponían a bailar. Mientras acto seguido un hombre de traje arriba del ring presentaba a los personajes que venía saliendo, la gente lo incorporaba al cuadrilátero con aplausos, “dos de tres caídas sin límite de tiempo” esa fue la frase que dio inicio a esta noche de combate, los dos combatientes buscan pescar a su contrincante del cuello, no había muchos gritos más que los del pueblo, mientras que los ajenos solo se mantenían observantes. La lucha seguía y la gente se prendía. “shockersito, shockersito” era lo que el público gritaba cuando veían al luchador subirse a la tercera cuerda para lanzarse contra su rival que se encontraba tirado en la lona, “1,2,3” todos contaban junto al réferi, la campana sonaba dando terminada la lucha, un ganador había y la gente aplaudía.
Sin pasar mucho tiempo la siguiente batalla empezaba, era una lucha de equipos, se anunciaba en una esquina los técnicos y en la otra los rudos, los ambulantes se acercaban a sus anteriores compradores a ofrecerles más bebidas y los de seguridad a sentar a la gente que se levantaba para ver mejor a los luchadores. El pitido suena y la lucha empieza, los luchadores se lanzaban el uno al otro por el ring, ejecutando movimientos acrobáticos y llaves de lucha que dejaban a la multitud sin aliento, pero lo que dejo sin aliento a las damas del público fue cuando el capitán de los técnicos se quitó la playera, “Hazme un hijo” grito una damisela. Aunque al inicio se le apoyaba a lo rudos, toda la gente abucheaba el acto de injusticias que aplicaban estos dentro del ring. La noche continuó con más luchas emocionantes, cada una más impresionante que la anterior, la multitud más se regocijaba y los que permanecían ajenos se encendían haciéndose escuchar con su acento imitando los gritos de los demás.
El vocero anunciaba la pelea estelar, el aire estaba cargado de emoción y expectación, los espectadores estallaban en vítores y aplausos, recibiendo a los titanes que culminarían esta noche de combates. Se anuncia el inicio de la pelea y el ring rugía de emoción mientras los luchadores se enfrentaban, se movían agiles como unas panteras buscando su presa. Se lanzaban llaves letales y saltos sorprendentes, el público se mantenía al borde de su silla con tremenda batalla que se estaba dando, siendo digna de ser la última dejando toda la fuerza, sudor y pasión en el ring.
La noche dentro del Coliseo termino y mientras la gente salía del recinto con los rostros iluminados por la emoción y adrenalina, comentaban las peleas tanto en español como en otros idiomas, había sido un grandioso espectáculo que solo podía ofrecer esta tradición mexicana, este deporte tan querido en nuestro país.
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